DOCE:Parte I, por Ángeles Sánchez




02:19 horas del viernes 12 de julio de 2014



El usuario Payasofeliz de twitter con más de 5.000 seguidores escribe el siguiente comentario en su cuenta:



"¿Y tú a qué le tienes miedo?"



02:23 horas



El usuario Jaimettellez responde:



"A los payasos felices"

02.27 horas



El usuario Leilacenroma responde:



"A la oscuridad"

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A las 3:00 horas, el comentario tiene más de 100 respuestas.

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5:00 horas



El usuario Lucaslorca responde:



"A nada"

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5:02 horas



El usuario Rakelconkdeki responde:



"Al fuego"

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Pasadas las 6:00 de la madrugada la pregunta ya ha sido respondida por más de 200 usuarios.

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6:34 horas



El usuario Marcosrommes responde:



"A las alturas"

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6:47 horas



El usuario Patriluxeses responde:



"A los animales grandes"

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300 usuarios han respondido a la pregunta a las 10 de la mañana.

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11:34 horas



El usuario Teotebecedee responde:



"El miedo no existe"

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11:56 horas



El usuario Almaviolette responde:



"A quedarme sola"

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12:12 horas



El usuario Vincenntt189 responde



"Al silencio"

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A las 13:00 de la tarde el comentario tiene casi 1000 respuestas.

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13:23 horas



El usuario Nikelodelone responde



"A lo que no podemos saber"

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13:24 horas



El usuario Noasilittlex responde



"A ser incomprendida"

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13:26 horas



El usuario Aandrearolex responde



"Al propio miedo"

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Finalmente, 12 horas más tarde de la publicación de la pregunta son más de 1400 personas las que han respondido.

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Sábado 13 de Julio de 2014.

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A primera hora de la mañana un joven de 18 años llamado Jaime desaparece en el trayecto del trabajo a casa en Barcelona.

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Pocas horas después, en Lleida, una joven de 20 años llamada Leila desaparece en un centro comercial donde pasaba la mañana con sus amigas.

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Lucas, un adolescente de 16 años, es visto por última vez en los recreativos de Zaragoza alrededor del medio día.

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Raquel, 18 años, de Pamplona, desaparece en el jardín de casa de sus abuelos.

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En Santillana del Mar, Cantabria, Marcos de tan sólo 13 años es visto por última vez al rededor de las 5 de la tarde.

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Patricia, 22 años, desaparecida en Alcobendas alrededor de las 6 de la tarde.

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Teo y su melliza Alma, de 17 años, no están en casa a las 7, cuando su madre llega.

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Vincent, de Alcalá del Júcar, 19 años. No responde a sus llamadas en todo el día.

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Nando, de Valencia, 23 años, sale del Gimnasio aproximadamente a las 7 de la tarde para hacer una llamada. No vuelve a entrar.

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Noa y Andrea, 24 años, están en la playa de Alicante la última vez que se sabe de ellas.



Domingo 00.00 horas de la noche.



Cuando Andrea abre sus ojos no recuerda absolutamente nada. Un montón de cuchillos se clavan en su cabeza al intentar alzarse. Entorna los ojos, intentando fijar su visión en algún punto. Todo está borroso. Por mucho que lo intenta no logra entender dónde está. Lo último que recuerda es la playa y a Noa. "¿Qué ha pasado?" Piensa. No encuentra respuesta. Oye lejanos movimientos, susurros que vienen de alguna parte. Cierra los ojos y vuelve a abrirlos. "Ahora mejor". Está tirada en el suelo de lo que parecen unos antiguos almacenes. Hay más personas ahí. Puede ver sus sombras moviéndose a lo lejos. Poco a poco se va incorporando. A su izquierda está Noa, tendida en el suelo, con los ojos muy abiertos y mirando a la nada.

-Noa... Noa... ¿Estás bien? -dice observándola aterrorizada.

-¿Do-dónde estamos Andrea? - su mirada sigue perdida.

-No, no lo sé... -busca con la mirada a su alrededor, intentando encontrar algo que le resulte familiar. Nada.

Ayuda a levantar a su amiga, rogando porque no caigan al suelo de nuevo. Cuando por fin lo consigue, vuelve a echar un vistazo a la sala. Paredes rojas, altos techos y un montón de columnas de hierro. Mira al resto de chicos, parecen tan confundidos como ellas. Una chica se percata de su mirada y se acerca, le abraza y sin mediar palabra se va.

-¿Qué co-co*o está pasando aquí? - pregunta a la nada.

-¿Conoces a alguien? - Noa parece haber vuelto en sí.

-A nadie, creo. ¿Y tú? - Ve como la chica enfoca su vista.

-Tampoco.

En una de las esquinas un chico consuela a una chica que llora. Dos más se encuentran tirados en suelo, aún sin despertar. Detrás de una de las columnas se esconde un niño que no parece tener más de 13 años. De pronto una chica empieza a chillar y a taparse la cabeza. Alguien corre hacia ella.

-Tenemos que salir de aquí – dice observando las paredes. No hay ni una sola puerta o ventana.

-¿Cómo? - pregunta Noa buscando, en vano como ella, una posible salida.

-No tengo ni idea.

Y cómo si alguien estuviese esperando esa pregunta lógica una potente y clara  voz inunda la sala.

-Tenéis 12 horas para averiguar por qué estáis aquí. Cada hora en punto, y hasta que lo averigüéis alguien morirá y alguien será torturado. Os vemos.

Mira a Noa sin dar crédito. Si esto es una pesadilla, es la peor que ha tenido jamás. Su amiga parece estar en shock, ni tan si quiera parpadea. Los demás chicos empiezan todos a hablar muy alto y deprisa, algunos creen que es una broma pesada, otros ya están empezando a pensar. “Concéntrate, concéntrate” Se ruega a sí misma. Pero es imposible, el silencio casi absoluto que sólo había sido roto por los gritos de la chica se ha convertido ahora en un sin fin de conversaciones agitadas.

-¿OS PODÉIS CALLAR DE UNA MALDITA VEZ? -Grita enfurecida. Todos parecen responder a su orden. El silencio vuelve a reinar en la sala. Toma un par de respiraciones y habla - No sé qué co**nes está pasando aquí, qué hacemos aquí o si ese tío tenía razón - la escuchan - Pero lo que está claro, es que no pienso jugármela y me da igual si algunos pensáis que es una broma. Sea como sea, estamos aquí encerrados con una única amenaza - vuelve a buscar una posible escapatoria cuando repara en varias pequeñas cámaras y altavoces situados en el techo de la sala.

-¿Qué hacemos? -  pregunta un chico alto y fornido.

-Tenemos que recabar información de nosotros mismos y comparar - dice la única chica rubia que se encuentra allí.

Al cabo de unos veinte minutos todos coinciden en que no tienen nada en común, ni la procedencia, ni la edad, ni una afición, ni sus gustos musicales, ni tan si quiera los oficios de sus padres. Nada relativamente importante. Durante todo el tiempo van hablando de sí mismos esperando aportar un dato que encaje en el puzle. Al final de la primera media hora vuelve a hacerse el silencio.

-Esto es una jo**da locura, de verdad - dice un chico no muy mayor, el que consolaba a la otra chica.

El niño que se escondía detrás de las columnas llora. La chica que gritaba tiene un semblante parecido al de alguien que está a punto de vomitar.

-¿Cómo sabemos cuánto tiempo ha pasado? - pregunta Noa.

Nadie tiene relojes u objetos personales. Tampoco hay ningún marcador allí. No hay forma de saberlo. “No hay forma de saber nada” piensa frustrada. Todo el mundo empieza a impacientarse y otra vez surgen las teorías acerca de la veracidad de lo que está sucediendo. Faltan diez minutos para la 01:00 de la madrugada y no tienen nada.

Cuando percibe que se acerca el momento su corazón empieza a bombear a un ritmo acelerado, le sudan las manos, respira bocanadas de aire sofocada por el miedo. En un vistazo rápido se da cuenta de que casi todos están igual, un par continúan impávidos e incrédulos.



01:00 de la madrugada.



Un gong retumba en la sala y la voz metálica y distorsionada que antes han escuchado habla casi al segundo en que se cumple la hora establecida.

-No habéis resuelto nada, ni tan si quiera lo habéis intentado en serio. Mis espectadores han decidido quién debe morir y quién será torturado... espero que compartáis su decisión.

Cree que el corazón se le va a salir de la boca, “esto es demasiado”, empieza a fatigarse y marearse debido a la mala respiración provocada por la tensión. Su mirada busca a Noa, quien está al otro lado del círculo. Pasan unos minutos mientras todos permanecen en silencio.

-Os lo dij....

Trata de decir uno de los escépticos chicos. Pero tan pronto como empieza a hablar se escucha una pequeña explosión y el niño pequeño cae al suelo, todos lo observan y se lanzan sobre él. Tiene los ojos abiertos pero sin vida.“¿Qué está pasando?”. Su cuerpo se sacude por el miedo. Busca en el resto del grupo algún gesto de dolor justo cuando la chica que antes gritaba cae al suelo emitiendo un grito áspero y chirriante, empieza a patalear, grita más y más, entre dos chicos intentan contenerla pero es imposible, cada segundo el dolor parece ser peor, grita y grita, hasta que de pronto cae desmayada.

-Esto no está pasando, no está pasando – dice la chica rubia.

-Calmémonos – dice uno de los chicos más mayores - ¿Es...está muerto de verdad? - dice mientras se acerca para tomarle el pulso – Nada.

-¿Cómo ha ocurrido? - pregunta alguien desde el fondo

De pronto Andrea ve algo que al resto se le ha pasado, una fina línea de sangre sale de su oído. Se acerca para comprobar y señala para que todos lo vean. Es entonces cuando repara en que además, tiene una pequeña herida, sin curar,  en la cabeza, unos centímetros por encima del oído. Justo en el lugar dónde más le duele a ella. Inconscientemente lleva su mano hasta ese punto en su cabeza y ahí está, un pequeño bulto que al tacto parece aún húmedo y supurante.

-Nos han puesto algo en la cabeza - dice al fin mientras las piernas le empiezan a temblar de nuevo.

Todos en la sala buscan sus heridas, sus expresiones cambian. En sus ojos se puede ver el paso desde la incertidumbre hacia el miedo. Andrea no puede más, así que se deja caer al suelo, intentando respirar, pero no puede. “¿Van a morir entonces?”.

-¿Moriremos todos si no encontramos la solución? - pregunta Noa, quien al parecer tiene el mismo pensamiento que ella.

-No si la encontramos - dice el chico que consolaba a la otra chica. No la ha soltado en ningún momento. - No dejaré que te pase nada, lo prometo - le dice a la chica mientras le da un beso en la frente.

-Pues tenemos menos de una hora para averiguar qué está pasando o alguien morirá y alguien... -todos miran a la chica inconsciente.

Andrea sigue pensando en algo, algo que no logra entender. La voz ha dicho “os vemos” y después “mis espectadores han decidido”.

-Por el momento - dice resignada - sabemos que nos observan - señala a las cámaras - y que esto es algo tipo reallity show - todos vuelven a escucharla - Y también sabemos que va en serio, que no es una broma.

-Ya, pero no es eso lo que debemos averiguar - dice el chico fornido. - Lo que debemos averiguar es el por qué.

-Lo sé, lo sé... – dice - pero debe de haber alguna... macabra conexión. ¿No? - “Tenéis 12 horas...” recuerda. Cuenta uno por uno a todos los chicos - Tenemos 12 horas y somos...éramos 12. ¿Alguien tiene en su vida alguna relación con ese número?

Empiezan a pensar, sólo los chicos abrazados, que han resultado ser mellizos, nacieron el día 12... y otro chico, uno pelirrojo y pecoso en el que no había reparado, vive en el número 12. Nada más. “Esto es estúpido”

-¿Y los nombres? Quizá los nombres... tengan 12 letras - pregunta el fornido.

-El mío sólo tiene 3 - dice Noa negando. - Y preferiría no saber vuestros nombres... si vamos a morir, cuanto menos sepamos, mejor...

-Cuanto menos sepamos, más atascados estamos - dice Andrea algo molesta.

Pasan los minutos, todos dan ideas, pero ninguna es buena, nadie tiene ninguna pista. Nada que les aleje de una inminente muerte. Recuerdan lo que han hecho en los últimos días, tampoco encaja. Dónde han estado. “No sirve para nada”

-¿Y si hicimos algo malo y esto es una venganza? - dice el pecoso algo preocupado. – Hace un par de meses atropellé sin querer a un borracho, no recuerdo el día , pudo ser un 12… ¿Puede ser?

-No lo creo - responde la rubia. - Yo no recuerdo haber hecho nada malo...

Sin que ellos lo sepan con exactitud el reloj ha marcado la 01:45 de la madrugada. Intuyen el paso del tiempo, pero cada vez los minutos son más largos y agoniosos. A medida que pasan los minutos el ambiente vuelve a caer en un inmutable silencio. Andrea abraza a Noa por la espalda, ambas están apoyadas en la pared de ladrillos rojos. Los gemelos, a lo lejos, están en una posición muy similar. El resto deambula por ahí. La chica rubia, tirada en el suelo, trata de regular su respiración. El corazón de Andrea vuelve a latir fuerte, agarra de la mano a Noa, quien tiene la cabeza metida entre las piernas. Otra vez siente que se marea, que le va a estallar la cabeza.



02:00 de la madrugada.



El gong vuelve a llenar el silencio. Todos se miran angustiados, sin poder dejar de pensar “¿Quién será el siguiente?” La chica desmayada vuelve en sí para sólo taparse los oídos, continúa postrada, temerosa de que al moverse vuelva el dolor.

-Estoy muy disgustado con vosotros, pensé que seríais más inteligentes. Una hora más, uno menos una más.

Andrea siente la muerte en su espalda. “No quiero, no quiero morir”. Sin previo aviso la chica anteriormente torturada se levanta del suelo y empieza a vomitar al tiempo que un “crack” suena en la sala y el mellizo cae al suelo, muerto. Su hermana sale corriendo hacia él con la cara blanca. Y aun que se siente mal por el chico, suspira medio aliviada. Las miradas siguen de unos a otros, “¿A quién le tocará sufrir ahora?” De pronto, la mano de Noa se aprieta contra la suya y un grito emerge de su garganta, tiene los ojos en blanco. “No, no, no, tú no, por favor.”  Empieza a gritar y patalear más fuerte, del mismo modo que hizo la anterior chica, hasta que cae también inconsciente. A Andrea se le escapan las lágrimas, abraza al cuerpo inmóvil de su amiga. “Respira, respira” se ordena, y lo hace .“Muy bien, ahora haz lo que sea para sacaros a las dos de este pu*o lugar”



02:10 de la madrugada



El comisario Rodríguez, de la comisaría del distrito del Retiro de Madrid acaba de ver morir a su hijo Teo, en directo, desde la pantalla de su ordenador. Mientras Alma, su otra hija, acaricia a su hermano el sólo puede llorar delante de la pantalla. Alrededor de la una y media de la madrugada le llegaron un montón de avisos, de una página web, donde 12 chicos estaban apareciendo en directo, y donde uno había muerto. Sigue llorando desconsoladamente cuando el inspector jefe entra.

-Señor, lo siento, pero no podemos encontrar la señal – dice. - Sea quien sea quien está haciendo esto, lo tiene muy bien preparado.

-¡Váyase usted a la MI***A García! - dice colérico - Mi hijo... ¡MI HIJO HA MUERTO POR VUESTRA MALDITA INCOMPETENCIA!

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