DOCE: Parte II, por Ángeles Sánchez
02:25 de la madrugada
Andrea trata de encontrar una maldita lógica a todo
ese sinsentido. Mientras, algunos chicos han apartado los
dos cadáveres dejándolos
en una de las esquinas
más alejadas. “¿Quién será
el próximo en acabar ahí?” Sigue agarrando la mano de su amiga con
fuerza “No nosotras, no nosotras” se repite incesantemente mientras escucha
conversaciones de aquí y de allá...
– ¿Y si simplemente no tenemos nada en común y es
precisamente eso? -pregunta una de las chicas.
– No, debe de
haber algo... algo
que nos una.
Algo con el
número doce, estoy
seguro -responde el chico fornido.
La chica melliza está blanca, no ha dicho palabra
desde entonces. Al igual que Andrea “Así no estás ayudando en nada”
– Estoy de acuerdo con él, aun que no lo sepamos, ese
número tiene alguna maldita conexión con nosotros. Una no demasiado obvia pero
que pueda ser descubierta por un sociopata aburrido... -dice al fin.
– ¿Te están mirando un montón de locos grillados que votan
por acabar con nosotros y le llamas sociopata? -pregunta la chica rubia.
– Desde luego debes de tener alguna neurona fundida para
llamarles locos grillados y echarme a mi en cara que le llame sociopata, veo
que el mito de que las rubias son tontas es cierto -responde algo alterada,
todo aquello está empezando a hacer que pierda los papeles.
La chica se le lanza encima y empieza a arañarle con
sus largas y perfectas uñas “maldita pija” . Entre varios consiguen quitarla de
encima de Andrea.
– Espero que seas la siguiente, estúpida. -dice la
chica.
– ¡Que te den! -responde Andrea tocándose la cara y
notando varios arañazos profundos.
Noa, que se ha despertado en el transcurso de la
pelea, se pone en píe con dificultad y abraza desde atrás a su amiga.
– Andrea, así no consigues nada, eres más lista que todo
esto -trata de relajarla.
02:45 de la madrugada
El inspector jefe García irrumpe en el despacho del
comisario Rodríguez con ímpetu.
– Tenemos
algo. Sabemos que
están en algún
punto de los
montes de Toledo,
entre Navahermosa y Orgaz, son más de 60 kilómetros cuadrados, pero
hemos enviado varias divisiones en su búsqueda. Creemos que podremos
encontrarlos en un par de horas.
– Eso son dos muertes y dos torturas más ¡LLAME A TODAS
LAS COMISARÍAS DE LA COMUNIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA SI ES NECESARIO!
– Señor, todo el mundo que está al tanto está buscando
el recinto en la zona acotada...
Ambos se quedan
mirando la pantalla
del ordenador. Desde
que recibiera la
información el comisario
Rodríguez no le ha quitado un ojo de encima. Los chicos están alterados, dos
chicas acaban de pelearse y no están encontrando nada que les relacione entre
si.
– Señor, ¿cree usted que encontraran un nexo en común y
de ser así que les soltará?
– No, no lo creo... -responde el comisario con voz
apagada y cansada.
En el monitor, su hija sigue blanca, aterrorizada y él
se odia a si mismo recordando la última vez que les vio. Estaba enfadado con
ellos y les obligó a ir a pedir perdón a la mujer a la que le habían roto un
cristal mientras jugaban, si no hubieran salido de casa, esto no habría pasado.
02:50 de la madrugada.
Noa ha tenido una buena idea y entre varios tratan de
averiguar si les puede llevar a algún sitio.
– Si es algo difícil de encontrar pero fácil de conocer
por los demás, por cualquiera... debe ser algo relacionado con la web... Ahí
todos contamos nuestra vida sin apenas darnos cuenta.
– No es posible, yo jamás hablo sobre mi misma...
-admite la melliza- Y... mi hermano, apenas
usaba el ordenador, si incluso era yo quien a veces le robaba las cuentas de
sus redes sociales... - empieza a llorar otra vez muy angustiada.
El reloj avanza y ellos vuelven a sentir la presión de
los minutos cayendo y acercándoles de nuevo a una muerte inminente. El
silencio, como cada vez que saben que llega el momento reina en el lugar. Las
miradas angustiosas van de unos a otros y Andrea siente que ha llegado su
momento “¿Por qué tuve que pelearme con la chica esa, jo**r?” Se acerca a Noa y
la abraza fuerte cerrando los ojos y tratando de hacerle ver así, cuanto la
quiere. Una fina lágrima surca sus mejillas. Intuye que va a morir. El corazón
se le acelera como nunca. Pero no quiere
dar muestras de miedo, no lo hará.
03:00 de la madrugada.
Nuevamente el gong retumba en la sala precedido por
esa voz que Andrea tanto aborrece.
“Finalmente, estáis empezando a actuar, a acercaros, pero
no es suficiente. Habéis tenido una hora y seguís preocupándoos más de vosotros
mismos y de vuestro orgullo que tratando de encontrar una solución”
El crack que anuncia una muerte llega incluso antes de
que Andrea pueda decirle adiós a Noa, la chica rubia cae al suelo y Andrea
confirma sus peores temores “Soy la siguiente. Tengo o bien, unos minutos antes
de caer torturada o una hora para poder despedirme” La gente a su al rededor ya
ni se inmuta al ver a la chica caer, cogen su cuerpo y lo llevan junto a los
otros dos.
Justo cuando están dejando el cadáver, en la otra
punta de la sala un chico bastante guapo y el cual había pasado la mayor parte
del tiempo dando la razón al fornido, empieza a gritar, sus gritos son diferentes
a los dos anteriores. No parecen gritos de dolor, son gritos de terror.
– Déjame, déjame en paz, sal de mi cabeza -brama el
chico- No, a ellos no ¡A ELLOS NO!
Todos le miran sin comprender nada, más asustados si
cabe. Andrea, por inercia se acerca hasta él y trata de amarrarlo
sujetándolo por los hombros,
tratando de que no tiemble. El chico
fornido reacciona después de ella y trata de ayudarla, le agarra por la
espalda y le inmoviliza.
– PARA,
PARA, PARA -grita
desesperado- ESTÁ BIEN,
TIENES RAZÓN.... TIENES RAZ... -su cuerpo tiembla un último
instante y se sume en la inconsciencia. Con cuidado el chico fornido lo tumba
en el suelo, mirando asustado al resto de sus compañeros.
– ¿Qué ha sido eso? -pregunta con los ojos medio
encharcados en lágrimas. Es la primera vez que se le ve así.
– Es... cuando te entran los espasmos, sientes dolor,
pero algo aparece en tu mente... algo extraño -dice la primera chica torturada,
apenas ha hablado desde entonces.
– Como si algo te invadiese, no puedo recordarlo bien
-añade Noa frotándose la sien.
03:10 de la madrugada
Suena el teléfono en el despacho del comisario, le
informan de que han peinado una de las posibles zonas y que no han encontrado
nada.
– Nada...-dice mirando a García mientras cuelga.
– ¿No deberíamos ir hasta allí? ¿Qué bien le hace estar
pegado al monitor sin poder hacer nada? -pregunta tratando de alejarle de ser
espectador de lujo, de la muy posible muerte de su hija.
Lo medita durante un largo rato, tiene que salvar a su
hija, quedarse ahí no sirve de nada. ¿Pero quiere acaso enterarse de que su
hija a muerto por un walkie-talkie? Coge su tableta electrónica y enciende el
canal web donde todo están sintonizando. Se pone su chaqueta del uniforme y
coge dos pistolas de mano.
– Si los encontramos, dios me salve de perder mi puesto
de empleo -dice mientras las carga y prepara para descargar.
03:15 de la madrugada
– ¿Entonces no es todo físico? -pregunta Andrea a quien
le sudan las manos de puro terror.
– No, hay algo más... no sabría decirte -le responde la
otra chica torturada- Sea lo que sea, prefiero morir a volver a pasar por ahí.
Inconscientemente Andrea mira a
Noa quien silenciosamente hace
un gesto con su cabeza de afirmación.
– ¿Pero que mi***a pasa aquí, jo**r? - grita exasperada.
– ¿Alguno ha pensado que quizá esto tenga que ver con
nosotros mismos y no con nada del exterior?
-pregunta un chico
que ha estado
relativamente callado hasta
ese momento mientras se sienta
al lado de Andrea- si está usando la psicología con nosotros, no creo que sea
un asesino sin más. ¿No?
– ¿Pero que clase de psicología está usando? ¿De dónde
sacas eso? -pregunta el fornido- Sólo han dicho que es como si algo se metiese
en sus cabezas...
– Sus gritos... -deja caer las palabras- no son de dolor,
son de terror...
– Estoy de acuerdo -responde Andrea al segundo-
¿Entonces estamos aquí por quienes somos? ¿Descartamos la teoría del número
doce y la de las redes?
– No tiene por qué, todo puede estar relacionado... -le
responde mirando a un punto fijo en el otro lado de la sala.
Los pensamientos de Andrea son como una madeja de hilo
enredado. Sabe que hay una solución y cuanto más se centra en deshacer uno de
los nudos, más crea en el camino. “Es imposible.”
03:35 de la madrugada.
En una sala monitorizada, contigua al recinto donde
los jóvenes se encuentran, un sensor empieza a pitar alertando al único
presente. Es un hombre de mediana edad, tiene parte del rostro desfigurado, sus manos
también parecen estar
algo demacradas. Todo
parece indicar que
son quemaduras cicatrizadas.
El hombre se dirige al sensor y lo apaga, teclea unos
algo en un ordenador cercano y en pantalla aparece un radar de la zona, a
escasos quinientos metros un par de luces parpadean en dirección al centro del
mapa. Mira hacia arriba sonriendo y sin inmutarse vuelve a centrar toda su
atención en las pantallas.
03.40 de la madrugada.
El comisario deambula por el linde de un gran bosque
de pinos y zarzas. Ahí dentro sólo debe haber maleza y animales carroñeros,
piensa.
– La policia nacional, el ejercito de tierra e incluso
los bomberos han peinado más de la mitad de
la zona. Este
bosque no es
ni tan si
quiera una de
las zonas primeras
a tener en consideración. La señal es débil aquí. Y según la señal
satélite ahí dentro no hay ni un solo edificio, menos uno capaz de albergar el
tipo de instalaciones que estamos buscando.
– Lo sé, lo sé, sólo trataba de poner en orden mis
ideas.... -suspira acongojado mientras echa un nuevo vistazo al reloj. No
quiere perderse ni un sólo detalle de las horas en punto.
03:45 de la madrugada.
Esta vez están tan metidos en sus propias teorías que
no se reparan en el tiempo que ha pasado desde la última muerte. El chico que
ha sido torturado lleva unos cinco minutos despierto, con la mirada perdida y,
al igual que las dos anteriores, sólo puede decir que es como si algo se
metiese en su cabeza. Coincide en que es algo aterrador lo que le ha pasado por
la mente. Pero no sabe el qué.
Una chica pecosa, se ha sentado al lado de ellas
también “¿Por qué todos tienen que sentarse cerca de nosotras?” Se pregunta un
poco molesta.
– Creo que creen que has ganado la guerra contra la
rubia y que a tu lado pueden mantenerse vivos por mas tiempo -le susurra Noa al
oído mientras el fornido y la gemela debaten acerca de las posibilidades de que
el número doce no sea más que una herramienta para despistar. Asiente tragando
saliva “Maldita sea, más presión para mí” cierra los ojos un segundo y cuando los
abre ve como uno de los chicos, que no ha mediado palabra hasta entonces, sólo
se ha limitado a asentir, se sienta también en el pequeño grupo de sus fieles
devotos.
– ¿Tú que opinas? -le dice mirándole intrigada- El chico
se limita a encogerse de hombros y suspirar. No da ninguna respuesta.
– Opino igual que él... -responde la melliza, por
primera vez en largo rato parece reaccionar ante algo. Nadie la culpa.
– Creo que sería mucho más conveniente si todos diéramos
nuestra maldita opinión ¿Sabéis? -espeta el fornido- Entiendo que muchos estéis
en shock, pero o trabajamos en equipo o no vamos a conseguir absolutamente
nada...
– Opino... -el chico silencioso habla con una voz mucho
más grabe de la que cabía esperar- que somos como juguetes a merced de un tío que
o bien está muy loco, o bien está muy cabreado. O ambas cosas...
Andrea se detiene a analizar ese pensamiento. Mientras
se han parado a buscar una explicación pensando en sí mismos, no han probado en
pensar en qué motivaciones pueden llevar a alguien ha realizar tan
macabrosidad...
– ¿Y si el por qué está relacionado también con él? -
dice para si- ¿Y si el motivo de su cabreo o locura tiene que ver con noso...
El ya conocido gong detiene el hilo de sus
pensamientos. “¿Ya ha pasado una hora?” Todos parecen tan sorprendidos como
ella. El silencio rotundo se extiende entre ellos. Podría escucharse un alfiler
chocando contra el
suelo. Andrea cierra
los ojos preparada
para escuchar la
voz metalizada.
“Bien, bien, queridos míos. Vais comprendiendo el
objetivo de todo esto. Pero seguís lejos...”
La voz, aun que distorsionada, parecía turbada, más
alerta que antes. Una extraña idea le pasa por la mente a Andrea “Está
asustado”. No tiene tiempo de darle más vueltas a esa idea. El clack que viene
exactamente de su derecha, del lugar que ocupa el chico silencioso. Su cuerpo
se vence hacia delante y su
cabeza choca contra
sus piernas. La
sangre que brota
de su oído
mancha sus pantalones. Mira a su
al rededor, pero antes de que puedan ayudarle a quitárselo de encima el fornido
empieza a temblar y a chillar y a retorcerse. Sus ojos se quedan en blanco
dándole un aspecto totalmente atemorizante. Entre varias de las incoherencias
que grita, Andrea capta una palabra “payaso”.
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